Los estornudos, la congestión y secreción nasal son síntomas característicos que comparten tanto el resfriado común como la alergia respiratoria. Ambos afectan principalmente al aparato respiratorio y pueden desarrollarse en cualquier momento del año, haciendo que resulte difícil distinguirlos. Sin embargo, hay ciertas pistas que pueden indicarnos ante cuál de estos cuadros nos encontramos, facilitando un tratamiento correcto para atajar las molestias más rápida y efectivamente. A pesar de la aparente semejanza de los síntomas, la causa o etiología de la alergia y el resfriado son diferentes, así como su duración y potencial gravedad.
Resfriado común
El resfriado común está causado por una infección viral que afecta principalmente al tracto respiratorio superior, sobre todo nariz y garganta. El culpable de la mayoría de los resfriados suele ser el rinovirus, aunque pueden estar causados por una gran variedad de virus respiratorios, los cuales acceden a nuestro cuerpo por nariz y boca a través de aerosoles y objetos contaminados. Cabe esperar que una persona adulta contraiga de 2 a 3 resfriados anuales, pudiendo ser aún más recurrentes en niños y personas inmunodeprimidas.
Además de las manifestaciones anteriormente mencionadas, el resfriado puede cursar con otros síntomas adicionales, comunes a otras infecciones virales. Entre estos, la aparición de dolores musculares, fiebre, dolor de garganta, tos seca y secreciones nasales espesas son molestias comunes y esperables a lo largo del transcurso de la infección. La secreción y congestión nasal pueden empeorar en resfriados que se prolongan más de lo habitual, pudiendo incluso derivar en sinusitis, dando lugar a molestos goteos nasales, pérdida de gusto y olfato, dolor facial y de cabeza. Para aliviar la congestión y malestar ocasionado por el exceso de mucosidad, las fórmulas expectorantes ayudan a fluidificar y expulsar el moco.
La duración de la infección suele extenderse hasta los 7-10 días, aunque algunas molestias como la tos pueden prolongarse hasta dos semanas, sobre todo si se es fumador/a. Como ocurre con otras enfermedades virales, no hay cura para el resfriado. Las recomendaciones generales para el alivio sintomático del resfriado incluyen mantener reposo y una hidratación adecuada, además de medicamentos de venta libre para disminuir la tos, fiebre y congestión si es necesario. Se trata por tanto de una afección autoresolutiva, que no suele desembocar en complicaciones mayores; no obstante, es aconsejable buscar atención médica si los síntomas empeorasen o se prolongan más de lo normal.
Alergia respiratoria o rinitis alérgica
Las alergias -en concreto las que afectan al sistema respiratorio- son reacciones desatadas por nuestro sistema inmune frente a un alérgeno que irrita nuestra mucosa nasal al entrar en contacto con ella. Los alérgenos son sustancias o moléculas que, si bien para la población mayoritaria son inocuos, son interpretados como una amenaza por el sistema inmune de algunas personas. Los alérgenos respiratorios más comunes incluyen el polen, los ácaros del polvo, el pelo y caspa de los animales y el moho, siendo capaces de desencadenar una respuesta inmune basada en la producción del anticuerpo IgE, que desencadena la liberación de histamina, responsable de los síntomas de la alergia.
Los síntomas de la rinitis alérgica incluyen también, de forma semejante al resfriado, los habituales estornudos, la congestión y la secreción nasal, aunque esta última suele ser acuosa en lugar de espesa cuando se trata de un cuadro alérgico. Otros síntomas asociados a situaciones de alergia son la irritación y lagrimeo ocular, infrecuentes en el resfriado. La magnitud o gravedad de los síntomas varían entre persona y persona; pueden suponer desde molestias leves hasta cuadros asmáticos e incluso reacciones de anafilaxia, que requieren de urgente atención médica.
A diferencia del resfriado, las reacciones alérgicas se prolongan durante el periodo de exposición al alérgeno, pudiendo clasificarse en alergia estacional (p. ej. El causado por pólenes durante la época primaveral) o perenne (p. ej. El causado por el polvo doméstico y animales, entre otros). Generalmente, las alergias se extienden más allá de la una o dos semanas que suele durar un resfriado, pudiendo volverse crónicas si no se evita la exposición a la sustancia desencadenante.
Al igual que con el resfriado, tampoco hay una cura definitiva para la alergia respiratoria; no obstante, existe una amplia variedad de tratamientos disponibles que pueden aliviar y controlar los síntomas del paciente. Las pautas clínicas sugieren evitar, en medida de lo posible, el alérgeno en cuestión, así como seguir las pautas de medicación prescritas por el especialista. Estas a menudo incluyen inhaladores de corticoesteroides, antihistamínicos y descongestivos, útiles para aliviar la inflamación y congestión. En casos donde no se pueda evitar el alérgeno, no se responda a terapia o cuyos síntomas sean graves, se puede administrar inmunoterapia alergénica o de desensibilización al alérgeno en forma de inyecciones.
Entonces, ¿cómo sé si mis síntomas están ligados a una posible alergia y no a un resfriado?
Se puede empezar a sospechar de un proceso alérgico cuando los síntomas de congestión, estornudos y goteo nasal no mejoran a partir de la semana o se dilatan más de dos, no se presenten otros síntomas característicos de procesos virales (fiebre, dolor muscular, dolor de garganta), pero sí otros como molestias, irritación o lagrimeo ocular. Existe también cierta predisposición genética a padecer alergias; si existen parientes próximos alérgicos, dependiendo de la frecuencia y agresividad de los síntomas, podría ser sugestivo de una alergia respiratoria.
La confirmación de que nuestros síntomas se deben a una alergia y no a un resfriado u otro proceso vírico viene dada por el médico alergólogo, quien provee un diagnóstico basado en pruebas cutáneas, además de análisis de sangre para comprobar niveles de IgE en suero. Esto suele determinar si tenemos una hipersensibilidad concreta frente a un alérgeno (o a más de uno) o no.
Referencias
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