Gripe, influenza, trancazo, catarro… son algunos de los nombres que usamos para denominar esta frecuente dolencia que suele acompañar al descenso de temperaturas anual. El aumento de contagios, concentrado entorno al otoño e invierno se trata de un hecho repetitivo e incluso predecible, usualmente manejable con analgésicos de venta libre y reposo. Con la disponibilidad de vacunas anuales frente a nuevas variantes y la eficacia de nuestro sistema inmune, superar otra gripe más era percibido por la mayoría como un hecho casi inevitable y de poca importancia.
Sin embargo, con los tiempos que corren y con dos años de pandemia a las espaldas, levantarse con un sospechoso picor en la garganta o algún otro posible síntoma de la gripe puede resultar mucho más alarmante.
¿Podría ser COVID-19?
Hoy por hoy parece ser la única explicación, olvidando que existen incontables trastornos que producen síntomas similares; entre ellos, la gripe.
El desarrollo de los síntomas relacionados con la gripe implica una infección con el virus de la influenza, el cual afecta el sistema respiratorio (nariz, garganta, bronquios y pulmones) y se transmite a través de gotas minúsculas que emitimos al respirar, toser, estornudar o hablar. Esto explica por qué el uso habitual de las mascarillas mantuvo la incidencia anual de la gripe en mínimos históricos durante la pasada temporada del 2020-2021. Las variantes más comunes del virus de la influenza tienen una especial preferencia por la parte superior del sistema respiratorio, que, al estar más accesible al exterior, facilita su entrada y posterior infección. Esto también implica que la transmisión del virus entre personas sea más sencilla, tratándose de una enfermedad muy contagiosa.
A pesar de que los síntomas de la gripe son comunes a una amplia variedad de infecciones (como el resfriado común), no debemos confundirlos, ya que este último es provocado por otros tipos de virus respiratorios y suele causar síntomas generalmente más leves que se desarrollan paulatinamente.
¿Cuáles son los síntomas más habituales de la gripe?
El cuadro de síntomas asociado a la gripe es más intenso y repentino, caracterizándose por presentar:
● Fiebre: Temperatura superior a 38ºC, que puede venir acompañada de escalofríos. A pesar de ser un síntoma común, puede incluso no aparecer.
● Dolor de garganta y tos seca
● Congestión nasal, moqueo, picor y estornudos.
● Sinusitis
● Dolor de cabeza o migrañas
● Dolores musculares o articulares
● Inflamación de los ganglios linfáticos alrededor del cuello
● Fatiga o cansancio
● Dificultad para conciliar el sueño
● Pérdida de apetito
● En algunos casos se puede desarrollar diarrea, náuseas y vómitos, aunque se observa mayoritariamente en niños. En éstos últimos también se puede desarrollar dolor e incomodidad en el interior de los oídos.
A primera vista parecen síntomas inespecíficos y comunes a una gran variedad de enfermedades, lo cual hace difícil diferenciarlas. Entonces ¿cómo sabemos que tenemos gripe y no un resfriado, un episodio alérgico o estamos presentando síntomas propios de la COVID-19?
Debido a lo ambiguas que resultan las manifestaciones, la única forma fiable de descartar entre una y otra es realizándose pruebas específicas, que incluyen las famosas pruebas de PCR, capaces de confirmar la presencia del virus de manera fiable. Esto podría simplificarse en un futuro cercano, dado que ciertas compañías farmacéuticas esperan comercializar próximamente tests rápidos que permitan la detección tanto de los virus comunes de la influenza como del SARS-CoV-2, permitiendo así su diferenciación. Si bien los síntomas de la gripe suelen remitir al cabo de unos 3-7 días, algunos de ellos se pueden prolongar más; principalmente la tos y el malestar. Las manifestaciones más habituales se pueden aliviar empleando analgésicos de venta libre --como el paracetamol-- para disminuir la fiebre y el dolor. Si ésta persistiese, puede ser aconsejable emplear un antiinflamatorio como el ibuprofeno, siendo éstos especialmente útiles para los dolores musculares y articulares.
Por otra parte, la congestión nasal puede resultar de lo más incómoda e incluso causar fuertes dolores de cabeza. Para aliviar las molestias asociadas a la acumulación de mucosidad, suelen ser de ayuda las formulaciones descongestionantes y mucolíticas, las cuales ayudan a disminuir y expulsar esta sobreproducción de moco.
Las recomendaciones generales para una rápida recuperación se reducen a un consumo adecuado de líquidos, reposo y la práctica de medidas de distanciamiento social para prevenir la transmisión de la enfermedad.
Grupos de riesgo de la gripe
Pese a que se trata de una condición pasajera y que normalmente se resuelve por sí misma, puede suponer una seria amenaza para ciertas personas de riesgo:
● Adultos mayores de 65 años
● Niños menores de 2 años
● Mujeres embarazadas
● Mujeres en etapa posparto
● Personas que viven en residencias u otros centros de atención.
● Pacientes con enfermedades crónicas
● Personas con las defensas bajas
Es importante recalcar que, aunque se trata de una condición puntual y transitoria, la gripe estacional produce considerables períodos de inactividad laboral y representa una gran carga asistencial y económica para los sistemas sanitarios públicos. La OMS calcula que la gripe produce alrededor de 3-5 millones de reacciones graves y causa unas 290.000 a 650.000 muertes anuales a nivel global.
En pocas palabras, la mejor forma de enfrentarnos al virus de la influenza es de forma preventiva; tanto vacunándonos anualmente contra las nuevas variantes, como adoptando las mismas medidas de higiene y prevención actuales para la COVID-19, dado que ambos tipos de virus se propagan de forma similar.
Referencias
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